martes, julio 06, 2004

MUERTO

   Dulce muerte, dejo de respirar para poder dormir,
lento y largo, aún así, me ahogo en este ataúd.
   Tan pequeño el cuarto que la conciencia ya no cabe,
tu y yo quedamos adentro, desnudándonos de placer.

Blanca carne, abdomen suave, camino por tu pecho
porque tu vientre me deja sin aliento.
Regreso solo para besar tus labios y dormir con tu beso.

   Dulce moribundo, caminando sin alma la dejo atras,
ahí, afuera de la recámara utilizada.

Rostro blanco, delineado por sonrisas, jugando a formar
alguna constelación, cuello delgado y hombros tensos
de tanta preocupación.

   Haces rimar a un muerto que camina, muerto que piensa
y sabe esperar, muerto que deja su alma para que entres
a su recámara.